El martes a la noche, la Selección Argentina de básquet femenino debutó en los Juegos Panamericanos de Lima con una gran actuación ante Estados Únidos, que pese a la derrota por 70 a 62 ilusionaba a todos con la posibilidad de pelear por una medalla histórica. Meli Gretter y sus compañeras sabían que el paso a las semis lo dirimían hoy ante Colombia, pero nada de eso sucedió.

La Selección Argentina femenina perdió los puntos de su partido ante Colombia, luego de haber fallado en la elección del color de indumentaria exigido por la organización del torneo. El equipo debía presentarse con la casaca blanca y llegó al estadio con la azul. El gravísimo error se intentó subsanar pero la hora de distancia entre la Villa Panamericana y el estadio no permitieron que las camisetas correspondientes lleguen dentro de los plazos reglamentarios. La delegación colombiana reclamó los puntos y, superados los tiempos de espera previstos por Panam Sports, se resolvió dar por perdido el juego al elenco nacional (20 a 0), decretando, de esta manera, su eliminación de los Juegos Panamericanos de Lima. Como consecuencia de este triste desenlace, presentaron sus renuncias el Jefe de Equipo de la delegación, Hernán Amaya, y la Directora de Desarrollo del básquet femenino, Karina Rodríguez. Las mismas serán puestas a consideración del Consejo Directivo de la CABB.

Hasta allí el relato de los hechos realizado por la Confederación, gran responsable de lo sucedido. Las salidas de Amaya y Rodriguez no deben tapar otra realidad, y es la falta de equidad entre la selección masculina y la femenina. Mientras que los chicos tuvieron casi una decena de asistentes, las chicas fueron sin utilero para priorizar un médico, que no está mal, ¿pero no hubiera sido conveniente «bajar» uno del masculino y no que las chicas tengan que lavarse su ropa, Amaya cargar con las pelotas y entre todos hacer un trabajo que no le corresponde?

No todo lo que brilla es Oro en la gestión Susbielles, y mientras él se preocupa por ganar votos en Bahía Blanca, el básquet argentino hizo un papelón histórico en Lima, propio ni siquiera de un torneo comercial.